Así lo he escuchado…
En una ocasión, el Bienaventurado residía en Uruvelā, en la ribera del río Nerañjarā, al pie del Árbol del Despertar, tras haber alcanzado la Iluminación por primera vez. Durante ese tiempo, el Bienaventurado permaneció sentado durante siete días en una postura de piernas cruzadas, experimentando el gozo de la liberación.
Entonces, al final de esos siete días, el Bienaventurado, tras emerger de aquel estado de concentración, durante la última vigilia de la noche, reflexionó profundamente sobre el origen condicionado en ambas direcciones (progresiva e inversa):
«Si esto existe, aquello también existe; con el surgimiento de esto, aquello surge. Si esto no existe, aquello no existe; con el cese de esto, aquello cesa. Es decir: debido a la ignorancia surgen las formaciones volitivas; debido a las formaciones volitivas surge la conciencia; debido a la conciencia surgen el nombre y la forma; debido al nombre y la forma surgen las seis bases sensoriales; debido a las seis bases sensoriales surge el contacto; debido al contacto surge la sensación; debido a la sensación surge el deseo; debido al deseo surge el apego; debido al apego surge la existencia; debido a la existencia surge el nacimiento; debido al nacimiento surgen la vejez, la muerte, el lamento, el dolor, la tristeza y la desesperación. Así se origina toda esta masa de sufrimiento.
Sin embargo, con el cese completo de la ignorancia, cesan las formaciones volitivas; con el cese de las formaciones volitivas cesa la conciencia; con el cese de la conciencia cesan el nombre y la forma; con el cese del nombre y la forma cesan las seis bases sensoriales; con el cese de las seis bases sensoriales cesa el contacto; con el cese del contacto cesa la sensación; con el cese de la sensación cesa el deseo; con el cese del deseo cesa el apego; con el cese del apego cesa la existencia; con el cese de la existencia cesa el nacimiento; y con el cese del nacimiento cesan la vejez, la muerte, el lamento, el dolor, la tristeza y la desesperación. De este modo, se alcanza el cese completo de esta masa de sufrimiento.»
Entonces, al comprender este significado, en esa ocasión el Bienaventurado pronunció este exaltado discurso:
«Cuando las verdades se manifiestan con claridad
Para el brāhmaṇa diligente en meditación,
dispersa por completo el ejército de Māra,
Como el sol que ilumina el cielo.»
Así termina el tercer discurso.
